Un nuevo escenario arquitectónico que permitiese mimetizarse en plena naturaleza, así tenía que diseñarse esta pequeña plaza de toros. Para ello, se analizó en conjunto cada uno de los niveles formados por los característicos bancales, propios de la huerta de montaña alicantina. El reto fue que esta nueva arquitectura circular permitiera un correcto funcionamiento. Visualmente la combinación de materiales, colores y texturas era clave para que la arquitectura no destacase sobre el entorno.
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